Muchas normas en la construcción en Turquía, pero poco respetadas
Turquía, donde numerosas ciudades del sureste quedaron arrasadas por el sismo del lunes, cuenta con una multitud de normas para la construcción. Pero se aplican tan poco que incluso las edificaciones más recientes no se ciñen necesariamente a ellas.
La magnitud de los balances que crecen a diario suscita preguntas sobre el estado de las edificaciones en un país muy expuesto a los movimientos sísmicos y reputado por el vigor de su sector de la construcción.
Según un recuento oficial, más de 12.000 edificios quedaron destruidos o dañados por el terremoto en Turquía, donde murieron más de 20.000 personas.
Teniendo en cuenta la intensidad del sismo (7,8), "podíamos temer daños, pero no esto que observamos hoy", indica a la AFP el ingeniero sísmico Mustafa Erdik, presidente de la Fundación de Terremotos de Turquía.
"Aquí observamos un colapso con plantas que se apilan unas sobre las otras", dejando pocas opciones de sobrevivir a los ocupantes.
- Hormigón de mala calidad -
El derrumbe se debe generalmente a la mala calidad del hormigón, demasiado mojado, con una proporción de agua y de gravilla demasiado elevada en relación al cemento.
Y las barras de acero son a menudo demasiado finas para sostener las columnas, que determinan la solidez del edificio, denuncia el profesor de ingeniería Zihni Tekin.
Pero este consultor vinculado a la Universidad Técnica de Estambul apunta también a la baja calificación de los ingenieros y arquitectos del país.
"Hemos abierto universidades privadas por todo Anatolia (...) Pero el nivel de formación es muy bajo. No saben hacer un cálculo", se indigna el profesor, para quien la mayoría de graduados "solo sirven para hacer el café".
Las autoridades son las primeras en tomarse sus licencias con las normas, asegura.
La normativa, calcada a la de California, se revisa regularmente desde el sismo de 1999 en Izmit (noroeste), que dejó 17.000 víctimas. La última modificación se aplicó en 2018.
"Sobre el papel, las normas se respetan, con contratos asignados a sociedades privadas encargadas de controlarlas", afirma el arquitecto de Estambul Aykut Köksal.
"Pero cada constructor hace la suya" en una especie de negociación entre las dos partes que ofrece demasiada laxitud al promotor, apunta.
- Primera denuncia -
La burocracia y la acumulación de trámites termina también por diluir las responsabilidades, señala el profesor Erdik. "Las etapas y los signatarios son tan numerosos que al final es difícil identificar a los responsables".
Para solucionarlo, sugiere imponer a todos estos actores un seguro obligatorio contra las malas prácticas que garantice la indemnización de las víctimas y responsabilice a los empresarios.
"Así ocurre en otras partes del mundo y así debería ser en Turquía", estima.
Estas negligencias y la codicia de algunos promotores se denuncia con rabia desde el lunes por la población. Según la televisión privada NTV, el viernes se presentó una primera denuncia en Diyarbakir (sureste).
En la misma jornada, la policía detuvo en el aeropuerto de Estambul al promotor de una lujosa residencia de 250 apartamentos con piscina en la provincia de Hatay, que se derrumbó por completo encima de sus habitantes.
En Turquía, el sector de la construcción impulsó la economía desde los años 2000 y la llegada al poder del presidente Recep Tayyip Erdogan y su partido AKP.
Según el informe presupuestario del sector para el año 2020 (antes de la pandemia) y el Instituto Turco de Estadísticas, el número de empresas que operan en el sector inmobiliario aumentó un 43% en diez años hasta 127.000, la gran mayoría pequeñas empresas (99.220).
El sector se benefició tanto de un programa de "transformación urbana" para restaurar los inmuebles más viejos como del desarrollo de las residencias turísticas.
Y la promesa el viernes de Erdogan de "reconstruir durante el año las viviendas destruidas" por el sismo augura que el frenesí inmobiliario va a continuar.
Para Erdik, lo más inquietante no son las grandes torres de decenas de pisos que florecieron en Estambul, sino "sobre todo los inmuebles de seis, siete, ocho plantas, a menudo construidos por pequeñas sociedad, incluso por las mismas familias".
Desde el lunes, asegura, su teléfono no para de sonar con llamas de promotores que le piden peritar de urgencia la solidez de sus torres.
(A.Berg--BBZ)