Activistas indonesios buscan justicia climática frente a una cementera suiza
Sentado cerca de una pared de rocas apiladas, el pescador Mustagfirin contempla el mar desde la pequeña isla indonesia de Pari, preguntándose por cuánto tiempo más existirá su hogar.
Su desgastado bote de madera está anclado al lado de la orilla, donde árboles y estatuas antes plantados en la playa se encuentran ahora parcialmente sumergidos en este enclave unos 40 km al norte de la capital Yakarta.
"Estoy muy entristecido y aterrorizado al saber que en los próximos 10 o 20 años la isla de Pari puede desaparecer", dice el pescador de 52 años a la AFP.
Defensores del medio ambiente aseguran que esta ínsula de 42 hectáreas puede quedar sumergida en 2050 por el aumento del nivel del mar.
Los isleños buscan justicia y la tomaron con el gigante del cemento suizo Holcim, al que demandaron el mes pasado por sus emisiones.
Los lugareños aseguran que la mayor cementera del mundo es responsable de los daños y las pérdidas asociadas al cambio climático en un caso que puede ser un hito para otros denunciantes de países en desarrollo contra gigantes industriales.
La litigación medioambiental contra gobiernos y empresas energéticas aumentó en los últimos años, pero este es el primer caso presentado por indonesios contra una empresa internacional por daños vinculados al cambio climático.
También es la primera vez que una empresa suiza recibe una querella por su papel en el cambio climático.
"Ganar este caso puede animar a otros isleños afectados por el cambio climático a pedir justicia", afirma Puspa Dewy, de la oenegé indonesia Walhi.
El espíritu activista está presente en esta pintoresca isla, con carteles y grafitis con lemas como "Salvemos Pari" y "Justicia climática ahora".
- "¿Dónde viviremos?" -
Los residentes aseguran que las inundaciones de agua marina han aumentado desde 2019, llegando a alturas de 1,3 metros y dañando las casas y sus sustentos vitales.
Antes estas inundaciones ocurrían dos veces al año. Ahora superan la docena, afirman.
La oenegé suiza Church Aid (HEKS), que ayuda a los isleños, afirma que Pari ha perdido un 11% de su superficie en once años.
"¿Dónde viviremos? Mis ancestros, mis padres, incluso mis nietos nacieron todos aquí", dice Mustagfirin, que solo tiene un nombre como muchos indonesios.
Es uno de los cuatro firmantes de la demanda presentada contra Holcim en Zug, donde tiene la sede la cementera.
Otra demandante es Asmania, madre de tres hijos, que perdió su granja de algas por las inundaciones y teme por su marido pescador, que se adentra en el mar en condiciones extremas para capturas cada vez más pequeñas.
"Queremos enviar un mensaje a otras corporaciones: por favor, paren de pensar solo en beneficios", dice la mujer de 39 años.
Cada demandante reclama 3.600 francos suizos (3.800 dólares) por daños y para financiar medidas de protección, como la implantación de manglares.
La decisión final puede tardar cuatro años si llega a la máxima corte suiza, afirma HEKS.
Según el activista Dewy, el objetivo es Holcim porque nadie había actuado contra un gigante del cemento hasta ahora, aunque la industria es responsable de un 8% de las emisiones de CO2 globales.
El año pasado, representantes de los isleños se reunieron con Holcim en un infructífero proceso de mediación.
La empresa, que vendió en 2019 sus operaciones en Indonesia a una firma local, dijo a la AFP que valora la importancia del clima, pero está en desacuerdo con los habitantes de Pari.
"No creemos que casos judiciales enfocados a empresas individuales sean un mecanismo efectivo para abordar la complejidad global de la acción climática", indicó.
- "No esperen a que sea demasiado tarde" -
Pari depende de la pesca y de los turistas que buscan una rápida escapada de la densa y contaminada capital.
Las casas vacacionales y las tiendas de recuerdos puntean esta isla de 1.500 habitantes, pero las inundaciones provocan cada vez más cancelaciones.
"Cuando llega la inundación, perdemos nuestros ingresos. Esto se suma al sufrimiento", dice Edi Mulyono.
Esta frustración lo empujó a unirse a la denuncia. "Si Holcim asume la responsabilidad, otras grandes corporaciones empezarán a pensar que no son los únicos que viven en este planeta", dice el hombre de 37 años.
En la casa en la playa del soldador Arif Pujianto, su moto se ha oxidado por el agua salada y las planchas de su vivienda de madera se están pudriendo.
"Vivo preocupado. Tengo miedo de que el agua suba de repente mientras duermo", dice el cuarto demandante.
Mustagfirin y sus compañeros pescadores zarpan regularmente con sus botes para plantar mangles para frenar la erosión.
Los isleños también recurren a otros trucos, como apilar rocas para frenar las inundaciones. Pero ven el proceso legal como su principal esperanza.
"Por favor, reduzcan las emisiones para salvarnos", dice el pescador. "No esperen a que sea demasiado tarde. No esperen a que nuestra isla se hunda y desaparezcamos".
(T.Renner--BBZ)