Poco conocida, la cuarta mafia de Italia es la más violenta
Fue necesario que le apuntaran con un arma a la cabeza para que Lazzaro D'Auria, un agricultor de la región de Apulia, en el sur de Italia, cediera a las presiones de la mafia.
Su resistencia a varios intentos de extorsión le valieron amenazas y daños a sus propiedades y cultivos, hasta que una visita al amanecer de una docena de individuos liderados por un hombre armado a sus campos de tomate lo obligó a aceptar pagar 150.000 euros (158.000 dólares) al año.
Pero al día siguiente, en lugar de pagar, acudió a la policía, convirtiéndose en una de las pocas víctimas que se ha atrevido a denunciar a la mafia de la ciudad de Foggia.
Encaró así a una organización criminal que ha sabido permanecer en la sombra durante mucho tiempo, pese a ser la más violenta de la península.
"Si se involucraran más los habitantes, la mafia local se debilitaría. Durante 40 años, la mafia de Foggia ha realizado sus actividades sin ser molestada, aunque en los últimos 6 o 7 años ha sufrido varios reveses", contó a la AFP Lazzaro D'Auria, quien vive bajo protección policial desde 2017.
"¡Habitantes de Foggia, hagan sus denuncias!", implora el empresario, de 57 años, quien ve como una señal positiva las recientes redadas de la policía y está convencido de que se puede combatir a la mafia si los habitantes logran vencer sus miedos.
Las autoridades tardaron en tomar en serio a esta "cuarta mafia" (las otras tres son Cosa Nostra en Sicilia, la 'Ndrangheta en Calabria y la Camorra de Nápoles), considerada durante mucho tiempo como un fenómeno rural marginal por sus sangrientas disputas entre clanes.
Pero la joven organización criminal italiana ya tenía bajo control la gran provincia de Foggia, con actividades de tráfico de drogas, robos a mano armada y de coches y extorsión.
"Es una mafia rudimentaria, primitiva. Muy violenta y muy agresiva", explicó Ludovico Vaccaro, fiscal de Foggia.
Mientras las mayores mafias han abandonado las acciones violentas y se orientaron a actividades menos visibles y más rentables, incluso dentro de la economía legal, la de Foggia se encuentra en su primera fase.
- Se matan entre ellos -
"Hoy en día las mafias han evolucionado, disparan menos tiros, siguen una estrategia más discreta de manera de pasar desapercibidas", asegura Vaccaro.
"Esta mafia en cambio aún dispara y mata para confirmar su poder en el territorio", agrega.
El término "Mafia de Foggia" engloba a varios grupos que operan en diferentes sectores de la criminalidad.
La provincia de Foggia, que se extiende desde el promontorio del Gargagno, que domina el Adriático, hasta las llanuras agrícolas del interior, ocupa el tercer puesto en la lista de homicidios en Italia. Cinco de los 16 asesinatos cometidos en el último año están relacionados con la mafia.
Los "batallones", formados por miembros con lazos familiares, se reparten zonas geográficas y a menudo cooperan y comparten el producto de las extorsiones para sustentar a sus miembros y a sus presos.
"Cuando surgen conflictos por el reparto de las ganancias ilícitas (...) los batallones chocan y se matan entre sí", indica un oficial de la policía de Foggia, Mario Grassia.
Cada grupo tiene su especialidad, desde el robo a mano armada de camiones de carga hasta incendios y ataques a escaparates o vehículos de empresas, para persuadir a los propietarios de la necesidad de pagar.
Agricultores como D'Auria a menudo descubren que les han talado los olivos, quemado sus cosechas o robado el ganado.
En las costas del Gargano, donde desembarcan tanto turistas de media Europa como cargamentos de droga proveniente de Albania, la mafia es especialmente brutal.
Hace cuatro años, colocaron un cráneo humano frente a un edificio del municipio para enviar un mensaje al alcalde de Monte Sant'Angelo.
Una cabeza de cabra perforada por una daga fue enviada el mismo año al abogado de la madre de una víctima desaparecida de la mafia.
Según los investigadores, se sabe que la mafia del Gargano suele disparar al rostro de sus víctimas y que abandona los cadáveres en cuevas subterráneas.
- Nadie habla, ve ni escucha -
Durante patrullajes policiales en Foggia, la AFP pudo ver los rastros de múltiples crímenes que han aterrorizado a la población en los últimos años.
Entre ellos, el lugar donde el empresario de la construcción Giovanni Panunzio fue asesinado a tiros en 1992 por ser el primero en denunciar públicamente a la mafia.
Los reporteros también recorrieron la finca abandonada donde la policía frustró un ataque a un empresario en 2022 y vieron el café cuyo dueño fue asesinado con una cuchillada en el ojo durante un robo en 2020.
"Actualmente no hay una guerra entre mafias, sólo ajustes de cuentas", aseguró un policía bajo condición de anonimato.
En noviembre, Nicola Di Rienzo, de 21 años, recibió cinco disparos en un parque público. Su asesino, de 17 años, se entregó unas horas después, pero "no habló, no vio, no escuchó nada", dijo el agente.
El oficial Mario Grassia está preocupado por los tres asesinatos cometidos por menores de edad en 2022, en un contexto de delincuencia juvenil creciente.
"Los que forman parte de esas pandillas de adolescentes tienen vínculos familiares con personas cercanas al crimen organizado", observa.
Otro tema de preocupación es la presencia de la mafia en las instituciones públicas. La alcaldía de Foggia fue disuelta en 2021 por infiltración mafiosa y su alcalde fue detenido por corrupción. Otros cuatro municipios fueron disueltos desde 2015.
- El miedo se propaga -
En los últimos años, varios capos han sido encarcelados y las autoridades tratan de recuperar el control del territorio, aunque queda aún mucho trabajo por hacer.
El ministro italiano del Interior, Matteo Piantedosi, visitó Foggia en febrero y prometió reforzar la seguridad, en particular mediante la instalación de cámaras de vigilancia remota.
Según la Fiscalía, se necesitan más policías y tribunales para combatir "el clima de miedo e intimidación así como de pobreza sociocultural".
La provincia tiene un solo juzgado, con 12.000 casos penales en espera de juicio. "En este vasto territorio, si el Estado no controla la situación, los delincuentes lo harán", advierte Vaccaro.
A mediados del año pasado, los campos de cereales de D'Auria fueron incendiados, al igual que tres de sus tractores. Y su banco le ha reducido a la mitad las líneas de crédito porque lo considera un cliente de "alto riesgo".
Pese a ello, ve destellos de esperanza en los arrestos y condenas recientes, ya que demuestran que el Estado finalmente se ha movilizado contra esa mafia. "Me siento mucho más seguro que antes, pero el miedo sigue ahí", confesó.
(A.Lehmann--BBZ)