La vida en suspenso en Irak de las familias que regresan de Siria
Antes de poder reunirse con su familia en Irak, Awatef Massoud debe pasar unos meses en un campamento dirigido por las autoridades, quienes buscan garantizar que los iraquíes que regresan de Siria no tengan ningún vínculo con el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Instalada en el campamento de Jada, en el norte de Irak, esta mujer de unos treinta años regresó con dos de sus hijos después de tres años viviendo en el campamento de Al-Hol, en el noreste de la vecina Siria, donde conviven familias sirias e iraquíes con familiares de yihadistas.
Con varios miles de mujeres y niños iraquíes retenidos en Al-Hol, Bagdad ha apostado por la repatriación. Pero, en un Irak en el que el EI hacía reinar el terror, estos retornos siguen siendo un tema delicado y plantean la espinosa cuestión de la reconciliación.
Massoud asegura que el EI mató a su esposo pero admite que su familia política "hacía antes parte de la organización". "Ahora, no lo sé", dice.
Sus dos hijas que están con ella van a la escuela pública del campamento de Jada. Sus otros tres hijos, todos menores, siguen en Al-Hol. "Espero que lleguen y después quiero irme a casa con mi familia", dice.
A su alrededor, se alinean tiendas de campaña de lona azul. Las autoridades presentan el campamento como un "centro de rehabilitación social" para los iraquíes que regresan de Siria.
Aquí viven más de 450 familias que llegaron en varias oleadas. Las ONG ofrecen servicios y actividades.
Las mujeres entrevistadas por la AFP en Jada admiten haber tenido un marido o un familiar afiliado al EI. Otras niegan cualquier vínculo.
- "El estigma del EI" -
Sólo "un número muy limitado" de familias "han sido influenciadas" por la ideología de los yihadistas, asegura a la AFP Khaled Abdel Karim, responsable de la administración del campamento.
Agentes de la seguridad nacional y "expertos especializados en apoyo psicológico" se reúnen con las familias y les hacen rellenar cuestionarios para identificar cualquier posible deriva ideológica, explica.
"Tenemos todo un equipo" para ayudar a los residentes a superar "el estigma que conlleva el EI".
También se ayuda a las familias a obtener los documentos oficiales que les haga falta y a reanudar una vida normal.
Mientras esperan su salida, los residentes de Jada reciben visitas de sus familiares cuatro veces al mes.
Hasta ahora se ha autorizado a un centenar de familiar abandonar el campamento.
Unos 30.000 iraquíes, entre ellos 20.000 niños, se encuentran en el campamento de Al-Hol, controlado por las fuerzas kurdas sirias, a menos de 10 km de la frontera con Irak.
En mayo, el jefe de la diplomacia iraquí, Fouad Hussein, reiteró el compromiso de su país de repatriar a las familias de Al-Hol, tras realizar "controles de seguridad".
Pidió apoyo internacional para crear "programas de reintegración".
- Necesidad de reconciliación -
Pero el regreso de estas familias a sus regiones requiere acuerdos de reconciliación, a menudo patrocinados por los líderes tribales locales.
De lo contrario, "las familias consideradas afines al EI a menudo ven obstaculizado su regreso por los agentes de seguridad", son "rechazadas por sus comunidades y corren un alto riesgo de sufrir ataques de represalia", según un estudio del Banco Mundial.
Shaima Ali, de 41 años, quiere volver a su casa en Al-Qaim (oeste) aunque le preocupa el recibimiento que le darán.
"Esperamos que el pueblo nos acepte. Dicen que somos parte del EI. No niego que mi marido fuera miembro de la organización. Pero si él estaba con el EI, ¿significa que yo también?", pregunta.
Tras cinco años de exilio en Siria, lo único que le importa es el futuro de sus dos hijas. "Mi futuro puede estar perdido, pero no quiero que ellas pierdan el suyo".
(Y.Yildiz--BBZ)