Sueños y pesadillas de las activistas afganas en el exilio
Apenas evacuada de Kabul hacia París en 2021, Farzana Farazo prometió seguir su lucha feminista desde el exilio. Pero un año más tarde se confiesa "deprimida". Sus esperanzas, como las de otras refugiadas, se vieron frustradas por una integración plagada de obstáculos.
Esta antigua agente de policía, reencontrada por AFP casi doce meses después de la toma de Kabul por parte de los talibanes el 15 de agosto de 2021, confía que no durmió durante meses.
Exfiltrada con prioridad por Francia debido a su activismo, esta miembro de la minoría hazara, perseguida por los talibanes, vive todavía con una asociación de acogida en la periferia de París.
"Sinceramente, no he hecho nada especial", asegura la mujer de 29 años. "Para empezar, no hablo suficiente francés y tenemos una concepción diferente de la acción militante. Aquí, se habla mucho", añade.
Desde hace un año, sigue clases de francés con una asistente social y espera que le otorguen un alojamiento. "He encontrado muchas dificultades", dice.
"Cuando no te sientes bien, es difícil concentrarse. Como muchas otras, yo era independiente en Afganistán, tenía un trabajo, estaba educada. Entonces, encontrarse desvalida en Francia es difícil y nos hunde en la depresión", continúa.
Hasta tal punto que muchas de sus compañeras de lucha con las que la AFP se reunió en 2021 declinaron ahora un nuevo encuentro, alegando en varios casos la "vergüenza" de no haber conseguido nada concreto.
- "Responsabilidad" de seguir militando -
Estos refugiados están "inmersos en el proceso de integración" pero es todavía "muy insuficiente", particularmente en el plano del idioma, estima Didier Leschi, responsable de la Oficina de Inmigración y de Integración de Francia (OFFI), el organismo público encargado de organizar la acogida de refugiados y solicitantes de asilo.
"Pero ellas tienen más ayudas que el resto de los afganos, que solo pueden contar con el Estado, porque cuentan con redes culturales y profesionales", dice.
Mursal Sayas, periodista y militante feminista, dice haber tenido "suerte en su mala suerte". La mujer recibe a la AFP en un apartamento con vistas estupendas de la torre Eiffel puesto a disposición por una editora que le ha encargado un libro sobre la condición femenina en Afganistán.
"Hemos perdido todo, nuestro país, nuestra libertad, nuestros logros. Hemos sido propulsadas a un país con todo por hacer. Pero Francia se ha convertido en nuestra casa en un momento en que nuestro país se ha hundido en la oscuridad. Entonces, aunque es duro, nuestra responsabilidad es continuar militando, porque podemos hablar, tenemos la libertad de expresión que las chicas en Afganistán ya no tienen. Tenemos que denunciar las injusticias, las desigualdades, el apartheid contra las mujeres", explica.
Durante los dos primeros meses del nuevo mando talibán, las mujeres organizaron manifestaciones en Afganistán. Pero estas congregaciones casi han desaparecido tras la detención de varias activistas que fueron golpeadas en prisión, según testimonios recibidos por Amnistía Internacional.
Las afganas que han huido del país porque su vida estaba en peligro "son una fuente de energía positiva para nosotras", declara a la AFP en Kabul una mujer que había participado en estas manifestaciones. "Sabemos que ellas no olvidan a las mujeres de Afganistán".
- "Pesadilla" -
En París, un ruido de fondo ha causado a Mursal Sayas un profundo malestar que ha descrito en un artículo para la revista Courrier International, colocado en una mesilla junto al último número de la revista Paris Match consagrada al "martirio" de las mujeres afganas.
Vivía todavía en un centro de acogida cuando de pronto "Afganistán desapareció de los medios", comenta.
"Escuchabas decir que había que acoger ucranianos porque son +civilizados+ y tienen los ojos azules. Era repugnante", recuerda.
¿Tomo la decisión correcta al dejar su país? "Todos los días, cuando me despierto y no puedo ver a mis allegados, eso me duele. Pero cuando pienso que habría podido ser capturada por los talibanes y no hablar nunca más de mis hermanas, encuentro que eso es peor", resume.
Para otras, el sentimiento de haber caído de clase social se añade a las dificultades de integración y del desarraigo.
"Estoy en crisis identitaria", reconoce Rada Akbar, una artista llegada a Francia hace un año. "Y me va a tomar tiempo gestionar esto, no puedo simplemente convertirme en una nueva persona", admite la diseñadora de 34 años, que quiere mostrar las "pérdidas invisibles" de la cultura afgana durante el conflicto con los talibanes.
El combate tampoco ha terminado para ella. Pero en una palabra resume lo que ha ocurrido con las esperanzas de agosto de 2021: "pesadilla".
(F.Schuster--BBZ)