La región de Pekín emerge de las inundaciones sin luz ni agua potable
A orillas de un río al oeste de Pekín, Chen Xiaoyuan, de 50 años, despeja los escombros de un puente que conducía a su pueblo antes del devastador diluvio que azotó la región en los últimos días.
Las operaciones de limpieza continuaron el jueves en las riberas del río Yongding, después de las peores lluvias que han golpeado a Pekín y la provincia vecina de Hebei en años. La tormenta mató al menos a 20 personas, destruyó infraestructuras e inundó barrios enteros.
En la aldea de Chenjiazhuang, al oeste de la capital, los torrentes de agua arrancaron árboles el lunes y arrojaron gran cantidad de escombros que derrumbaron un puente muy frecuentado, contó Chen a AFP.
"Nunca había visto algo así aquí, ni siquiera en 2012", cuando otras inundaciones en la capital china dejaron 79 muertos.
Su casa quedó sin agua y electricidad, aunque no se inundó. Otras no tuvieron esa suerte. Chen Xiaoyuan afirma que uno de sus antiguos compañeros de colegio fue reportado como desaparecido, tal vez arrastrado por las aguas.
- Ejército y sandía -
En el pueblo de Shuiyuzui (a 5 kilómetros de Chenjiazhuang), las aguas destruyeron la muralla que rodea la ciudad e irrumpieron en las viviendas.
A la entrada del pueblo, los cables caídos fueron colocados sobre troncos de árboles, para que los socorristas lleven a los habitantes comida y agua, sin riesgos de electrocución.
Algunos residentes avanzan con dificultad en las aguas turbias, que pueden llegarles hasta la cintura. En el proceso de reubicación, muchos llevan consigo sus pertenencias en bolsas.
Decenas de grandes vehículos militares están alineados en la carretera, a las afueras del pueblo, para participar en las tareas de asistencia y reparación.
La lluvia dio paso al calor húmedo y entre las sesiones de limpieza, algunos residentes comen sandía cerca del puente destruido.
- "Ya no queda nada" -
A unos cien metros aguas arriba, los deslizamientos arrojaron enormes cúmulos de tierra y rocas sobre dos líneas férreas.
Para reparar una de ellas, los equipos llevaron excavadoras y otros materiales a la ladera de la montaña.
Un rescatista observa la escena sobre una pila de escombros.
Una residente de 43 años que sólo se identifica como Ma, señala el lugar donde ocurrió el deslizamiento de tierra y cuenta que volvió al lugar "a recuperar algunas cosas", mientras vive temporalmente en otro lugar.
"Ya no queda nada en nuestra casa. Ni agua ni electricidad", comenta .
(A.Berg--BBZ)