En Dobrianka, norte de Ucrania, quieren la paz y desconfían de EEUU
Cuando la ucraniana Lidia Silina, una jubilada de 87 años, que vive en Dobrianka, en el norte de Ucrania junto a la frontera con Bielorrusia, habla de los tanques rusos se pone furiosa con Estados Unidos.
"Los ucranianos podrían empezar algo, y eso sería por culpa de los estadounidenses y de los británicos, que trajeron todas esas armas aquí", dice Silina.
"Para ellos, Ucrania es un campo de batalla con Rusia", insiste en la puerta de su cabaña, desde donde mira su huerto cubierto de nieve, pegado a la frontera de Bielorrusia y a escasos kilómetros del límite con Rusia.
Las maniobras militares ruso-bierlorrusas en Bielorrusia, previstas hasta el 20 de febrero, se desarrollan no muy lejos de su casa.
Pero a esta mujer no le preocupa lo que puedan hacer el presidente ruso Vladimir Putin y su aliado bielorruso Alexander Lukashenko. Para ella el problema es Ucrania.
"Lukashenko es un dictador, pero mira qué bien viven en Bielorrusia. A muchos no les gusta Putin, pero al menos tienen una apariencia de orden en Rusia", dice Silina.
"Los ucranianos, los bielorrusos y el pueblo ruso no quieren la guerra. Sólo nuestro gobierno lo quiere", afirma sin dudar.
- "Acostumbrados a la guerra" -
Según el peor escenario planteado por el servicio de inteligencia estadounidense, Rusia podría lanzar una guerra relámpago y tomar Kiev en sólo dos días.
La ruta más corta hacia Kiev, que deja de lado los campos radiactivos en torno a la central nuclear de Chernóbil, llevaría a los rusos por una carretera que comienza en las afueras de Dobrianka.
Los residentes han oído hablar de maniobras militares, pero parecen más agotados que asustados por todo lo que se habla de la guerra.
"Hace un año tuvimos la misma situación. Hacía mucho calor", dice un camionero, Ruslan Muratov.
"Tal vez nos hemos acostumbrado, hay estas escaladas todo el tiempo", continúa. "Por supuesto, queremos que termine lo antes posible", agrega.
- Tres hermanas -
En julio pasado, Bielorrusia cerró su frontera con Ucrania tras acusar a Kiev de canalizar armas occidentales a la oposición que protestaba contra la reelección de Lukashenko, acusado de fraude, en agosto de 2020.
El cierre de la frontera rompió los vínculos familiares o de amistad que remontaban a la época en que Bielorrusia, Ucrania y Rusia, tres países eslavos, formaban parte de la Unión Soviética.
Esos vínculos explican porque los ucranianos que viven en la región fronteriza confían, al parecer, más en los dirigentes rusos y bielorrusos que en los occidentales.
"Miramos los noticieros y nos dicen que Rusia ataca a Ucrania. ¡Eso es mentira! Es una provocación. No habrá guerra y no quiero creer que la haya", dice la jubilada Nadezha Bronfilova.
"Difunden mentiras, que Putin invadirá Ucrania. Eso nunca podría ocurrir en esta vida. ¿Por qué nos atacaría?", agrega Bronfilova.
Su amiga Lidia Titova detiene una destartalada bicicleta ante la principal tienda de comestibles del pueblo para unirse a la conversación.
"Ucrania, Bielorrusia y Rusia deben vivir como tres hermanas", dice Titova.
(P.Werner--BBZ)