Médico sirio atrapado por la guerra tras huir a Ucrania
El médico Osama Jari huyó de Damasco para buscar la paz junto a su esposa ucraniana en Mikolaiv, una ciudad portuaria a la orilla del mar Negro, pero la guerra y las bombas rusas lo alcanzaron.
Vistiendo una camisa impresa con motivos náuticos, Jari examina a algunos pacientes que pasaron la noche en el subterráneo de un hospital oftalmológico donde se instalaron colchones y bidones de agua.
El hospital está situado en Ingulskyi, en el noreste de Mikolaiv, cerca de la línea del frente.
La noche del viernes, el popular barrio que cuenta también con un hospital oncológico y un orfanato, fue blanco de un intenso bombardeo. No se reportaron víctimas pero muchas ventanas volaron, los agujeros de proyectiles marcan el suelo y la sala de calderas fue golpeada.
"Yo no lo podía creer. Vivíamos en calma aquí, ¿qué hacen los rusos, de qué nos quieren salvar? ¿De ellos mismos?", se pregunto el médico.
Jari conoce la guerra. Su país natal, Siria, está inmerso en un conflicto desde hace 11 años y ha visto desde 2015 los bombardeos rusos en apoyo a su aliado, el presidente sirio Bashar al Asad.
Radicado en Damasco con su esposa, a quien conoció durante sus estudios de medicina en Ucrania, Jari huyó del conflicto y de la capital siria en 2014 para "buscar la paz" en Mikolaiv, pero la guerra lo siguió.
"Siria y Ucrania están ahora en la misma situación", lamentó el médico. "La guerra es la guerra, sea allá o aquí, es lo peor que se puede imaginar.
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El médico sube las escaleras para examinar a algunos pacientes. Una de ellas es Natalia Malichka, una joven rubia que cuida a su hijo Timur, de 14 años.
En los primeros días de la guerra, el adolescente cortaba leña para la estufa junto a su abuelo cuando una astilla le entró al ojo. No pudo ir de inmediato al hospital porque el autobús no operaba normalmente y la herida se agravó. El adolescente permanece con la mirada baja y en silencio.
Natalia cuenta su historia con un torbellino de palabras y su cuerpo tiembla al hablar. En el hospital cuida a Timur, pero en casa tiene a otros dos hijos, de 10 y 20 años.
"Estoy desgarrada. Cuando vengo aquí con Timur, sé que mi hijo está en casa pero no sé si lo volveré a ver", expresó.
La noche del bombardeo de Ingulskyi, ella estaba en casa con dos de sus hijos. "Yo me sentía segura porque sabía que Timur estaba en el subsuelo del hospital con los médicos. Pero a pesar de eso me llamó, estaba aterrorizado", contó.
"Temblaba todo. No sabíamos si encontraríamos al hospital en pie", comentó Krasimira Rilkova, directora del hospital oftalmológico, con el mismo aspecto extenuado de su colega Jari.
Mikolaiv, una ciudad de 500.000 habitantes, constituye el último punto en el mar Negro antes de Odesa, primer puerto de Ucrania y blanco estratégico y simbólico para Moscú.
Durante varios días se han producido allí intensos combates entre el ejército ucraniano y las fuerzas rusas, y estas últimas han sido repelidas repetidamente.
(P.Werner--BBZ)