Restaurante de Kosovo pide visas a ciudadanos de la UE, en "represalia" diplomática
Shpejtim Pefqeli exige que los ciudadanos de la Unión Europea (UE) que entran a su restaurante en Pristina, la capital de Kosovo, le muestren una "visa", por despecho ante la obligación de visado que la UE impone a los kosovares.
"Prohibida la entrada a ciudadanos europeos sin visa", reza un cartel en la entrada del restaurante Mama's.
Los 1,8 millones de kosovares son los únicos ciudadanos de los países balcánicos que aún deben obtener un documento para ingresar al espacio Schengen, formado por 26 países europeos, de los cuales 22 pertenecen a la UE.
En 2018, la Comisión Europea dio una opinión favorable a la exención de las visas de libre circulación en la UE para los kosovares.
El Parlamento Europeo votó a favor, pero la última palabra la tiene el Consejo de la UE, que representa a los gobiernos de los Estados miembro.
Durante la última cumbre entre la UE y los Balcanes Occidentales, Kosovo esperaba un cambio en esa situación.
Pero la medida no fue adoptada y Shpejtim Pefqeli decidió prohibir la entrada a su establecimiento a los europeos sin visa.
"Es una señal de revuelta y desesperación", dice.
Eulex, la misión europea responsable del Estado de Derecho en Kosovo, tiene sus locales justo enfrente del restaurante y muchos de los europeos que trabajan allí solían frecuentar el restaurante.
"No dependo de ellos", agrega Pefqeli.
- Pocas puertas -
Kosovo declaró su independencia en 2008 y desde entonces ha sido reconocido por más de 100 países. Sin embargo, aún hay decenas de estados que no lo reconocen, entre ellos cinco de la Unión Europea, como España.
El pasaporte kosovar sigue abriendo pocas puertas si no es acompañado de una visa. Los kosovares se ven obligados a esperar semanas, sino meses, mientras completan montañas de papeles para conseguir los documentos necesarios para viajar al extranjero.
"Nos enfadamos. Vimos que de cierta manera, nos humillaron", dice Pefqeli a la AFP. Después de la cumbre, se sintió obligado a "protestar".
"Había dos mujeres búlgaras en el restaurante. Se rieron cuando les dije que no se dieran prisa y que terminaran su comida y bebida antes de salir", recuerda Pefqeli.
"Todo el mundo debería hacer algo creativo, porque de este manera se resalta el problema y la injusticia", agrega.
(L.Kaufmann--BBZ)