Hambre y palizas en centros de detención rusos, según testimonios ucranianos
Igor Talalai pasó tres meses de pesadilla en varios centros de "filtrado" en Ucrania tras ser detenido por las tropas rusas en la ciudad de Mariúpol.
Este hombre de 25 años, aún traumatizado, relató su calvario el miércoles en una reunión en la sede de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en Viena.
En marzo, ayudaba a los residentes a evacuar la ciudad portuaria de Mariúpol, sitiada por el ejército ruso, cuando fue detenido y trasladado al territorio separatista prorruso de Donetsk, en el este.
"Fue extremadamente difícil", dijo Igor Talalai, refiriéndose a las palizas que recibió y al hambre que le acosaba "constantemente".
Solo le daban unas cuantas cucharadas de gachas hervidas al día y un poco de caldo.
También recuerda una celda de tres metros cuadrados donde vivía con otras 30 personas, obligados a permanecer de pie, y algunos torturados con electricidad.
Este estudiante, al que le gustaba jugar al fútbol antes de la guerra, prefiere guardar silencio sobre otros episodios dolorosos de sus 88 días de detención.
Ahora vive en su ciudad natal, Dnipró (centro de Ucrania), y vino a la capital austriaca para dar testimonio de los "campos de filtrado".
- "Terror" -
En un informe publicado a mediados de julio, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) dijo estar "gravemente preocupada" por el trato que Moscú da a decenas de miles de ucranianos en estas instalaciones, que se calcula son unas 20.
El documento menciona "interrogatorios brutales" con registro de datos personales, "cacheos corporales humillantes" e incluso la desaparición de aquellos sospechosos de tener vínculos con las fuerzas ucranianas.
Moscú insiste en que su único objetivo es permitir la "evacuación" de los civiles de las "zonas peligrosas".
Aunque este sistema fue introducido por primera vez por las autoridades separatistas del este del país en 2014, se ha "generalizado" y desarrollado "a muy gran escala", según el periodista Stanislav Mirochnychenko, que realizó un estudio sobre el tema para la oenegé Media Initiative for Human Rights (MIHR).
Yuri Berezovsky, que también estuvo en Viena, fue detenido en la región de Lugansk.
"Tuve suerte porque me dejaron ir, pero durante toda la detención viví con el miedo de no saber cómo iba a terminar. Eso fue lo más terrible", recuerda este profesor de música de 32 años.
Junto a él, Olga Tabachuk no ha tenido noticias de su hijo de 38 años desde que lo llevaron a uno de estos centros.
"No sé si está vivo o no. Es puro terror, impensable en los tiempos modernos", dice esta mujer de unos 60 años.
(Y.Yildiz--BBZ)