Sadr quiere imponerse como el principal líder chiita de Irak
El líder chiita iraquí Moqtada Sadr anunció su "retirada definitiva" de la política, pero al parecer sus intenciones son otras, y apuntan a fortalecer su poder, estimaron algunos expertos después de la violencia que su decisión desencadenó en Bagdad y el sur del país.
"Sadr busca convertirse en la figura chiita más poderosa de Irak", consideró Renad Mansour, del gabinete de ideas Chatham House.
"Eso implica desestabilizar el sistema político y, sobre todo, la casa chiita para reconstruirla con él en el centro", agregó.
Desde la invasión estadounidense de 2003 y el fin del mandato de Sadam Husein, Irak ha estado gobernado mediante un sistema de comparación comunitaria del poder. El país, de mayoría chiita, también cuenta con importantes minorías sunita y kurda.
Moqtada Sadr, cuyo padre fue un religioso muy respetado en Irak, se ha ido convirtiendo en un actor político clave, respaldado por una base chiita a la que sabe movilizar cuando lo necesita.
Así, el lunes y el martes, las Brigadas de la Paz de Moqtada Sadr se enfrentaron a unidades del ejército iraquí y a combatientes del Hashd al Shaabi, un grupo de exparamilitares pro-Irán que hoy en día forman parte de las fuerzas armadas iraquíes.
- Fracaso -
Los disturbios, que empezaron el lunes después de que el líder chiita anunciara que se retiraba de la política, fueron el punto culminante de la crisis en la que se halla sumido Irak desde las legislativas de octubre de 2021, que ganó Moqtada Sadr.
Desde entonces, los barones políticos no han logrado entenderse para nombrar a un nuevo primer ministro y el país no tiene ni nuevo gobierno ni nuevo presidente.
Pero la autoridad del líder chiita quedó demostrada el martes, cuando ordenó a sus simpatizantes que se retiraran de la Zona Verde de Bagdad y estos lo hicieron inmediatamente.
Habían pasado 24 horas desde que sus partidarios invadieron ese sector ultrafortificado de la capital, que alberga embajadas y ministerios, desatando unos enfrentamientos en los que murieron 30 manifestantes afines al clérigo y casi 600 resultaron heridos.
"No es la primera vez que [Sadr] envía a manifestantes y luego les pide que se retiren", explicó Mansour. "Su objetivo final es convertirse en la principal fuerza política chiita de Irak".
Tras quedar en primer puesto en las legislativas de octubre, con 73 escaños de 329, Sadr intentó varias maniobras, todas en vano, para "asegurar su dominación [...] y dejar fuera a sus rivales", apuntó Fanar Haddad, especialista en Irak de la Universidad de Copenhague.
El líder chiita no consiguió formar gobierno, pese a sus intentos de aliarse con los bandos sunita y kurdo.
En junio, hizo dimitir a sus 73 diputados para intentar desestabilizar el Parlamento, pero esto hizo que el Marco de Coordinación -- una alianza rival, pro-Irán -- se convirtiese en la mayor formación del hemiciclo.
A finales de julio, denunció la candidatura al puesto de jefe de gobierno de un exministro propuesto por el Marco de Coordinación, y sus simpatizantes invadieron el Parlamento, reclamando nuevas elecciones y acampando frente a la Asamblea.
Pero el Marco de Coordinación, que exige que se nombre un primer ministro antes de celebrar elecciones, se mantiene firme en su posición.
La violencia de esta semana representa un nuevo fracaso táctico para Moqtada Sadr, según Haddad.
Pues, "el Marco de Coordinación no [...] ha hecho concesiones" desde que Moqtada Sadr ordenara a los suyos que se fuesen de la Zona Verde, explicó.
"Eso empuja aún más a todo el mundo a atrincherarse en sus posiciones", señala el experto, para quien "las posibilidades de una reconciliación parecen disminuir".
- Abandonado por su mentor -
Moqtada Sadr es conocido por sus cambios de posición, sobre todo en lo que respecta a su retirada de la política, algo que ha prometido más de una vez.
Su decisión del lunes se produjo al día siguiente de que el ayatolá Kazem al Haeri --considerado como el mentor de Moqtada Sadr-- criticara a este último e instara a sus simpatizantes a alinearse detrás del guía supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei.
"Moqtada Sadr siempre ha dicho que [...] se beneficiaba del apoyo religioso" de Haeri, por lo que esa declaración supuso un "golpe" para él, comentó el politólogo Sajad Jiyad.
Ahora, a Sadr, que critica la influencia iraní en su país, le quedan pocas opciones, según Jiyad.
"Podría reimpulsar las manifestaciones [...] para impedir que el Marco de Coordinación forme gobierno o continuar reclamando la disolución del Parlamento y nuevos comicios, intentando al mismo tiempo paralizar el trabajo de los ministerios y de los campos petroleros", indicó.
"También podría haber un recrudecimiento" de la violencia, señaló.
(T.Burkhard--BBZ)